ETAPA 9
ISLANTILLA-MATALASCAÑAS
Nos despedimos de Óscar, esperando que tenga suerte y le den pronto el apartamento, y empezamos la penúltima etapa. Es completamente de noche, estamos con el horario español. Encendemos todas las luces de las bicicletas y empezamos a pedalear por las solitarias calles de Islantilla hasta llegar a su solitario Paseo Marítimo. El silencio lo rompe el oleaje de la playa que tenemos a nuestra derecha. Nos cruzamos con algún madrugador corredor y enlazamos con el Paseo Marítimo de La Antilla hasta que salimos del casco urbano.
A la salida, nos encontramos con un buen carril bici que discurre paralelo a la carretera que nos marca el gps pero, al cabo de unos metros, tenemos que dar la vuelta porque este carril se introduce hacia la zona de las marismas y nos aleja de nuestra ruta. Una pena porque los primeros kilómetros tenemos que rodarlos por arcén con los primeros rayos del Sol al frente.
En pocos kilómetros llegamos a un pequeño pueblo ribereño llamado El Catalán y nos desviamos a la izquierda para proseguir camino de Lepe rodando por pequeñas y solitarias carreteras que atraviesan grandes dehesas con sus caballos aún dormidos.
Llegamos a Lepe y tenemos que circunvalarla por su derecha, con un buen arcén y poco tráfico. En las edificaciones de la izquierda vemos la tienda-taller donde le han arreglado la bicicleta a Camuñas. Por ahora, va de maravilla.
Salimos de la ciudad por el arcén y en una bajada giramos a la izquierda para rodar por la Vía Verde del Litoral, encontrándose en muy mal estado pero ciclable. Por lo menos nos evita rodar por carretera. Así llegamos hasta Cartaya, donde no nos paramos ni entramos en su casco antiguo. En una ruta tan larga como la de hoy tenemos que evitar parar muy a menudo.
Atravesamos la localidad y giramos a la derecha para coger el sentido hasta Aljaraque y tenemos que pedalear durante 15 kilómetros junto al Canal del Piedras, por una pista asfaltada y con un aporte de frescor que nos brinda el agua y los pinares del bosque. Tan sólo tiene un pequeño repecho porque el canal se introduce bajo una loma y hay que salvar este pequeño desnivel.
El camino del canal nos introduce en la localidad de Aljaraque, teniendo que atravesarla completamente para iniciar un largo recorrido por carriles bici dentro del Parque Natural de las Marismas del Odiel.
Aún es pronto y se va acercando la hora del café. Cruzamos el puente sobre el Río de Aljaraque y nos metemos en el Puente Sifón que atraviesa el Río Odiel y nos introduce en la capital de la provincia, Huelva. Lugar idóneo para el segundo desayuno junto al Río Odiel.
Empieza a hacer calor y es aconsejable recurrir a los protectores solares. Continuamos la ruta saliendo de Huelva por carriles bici muy bien adaptados y junto al río, no sin antes dejar "un regalito" para que la bicicleta de Antonio vaya más ligera.
No demoramos mucho la parada y seguimos pedaleando por un "Camino Verde" y una entretenida pista dentro del Parque Natural de Doñana, siempre junto a la carretera. No vemos la costa por culpa de las dunas que tenemos a nuestra derecha.
Se hace largo, muy largo el final de esta etapa. Pedaleamos a un fuerte ritmo por una larga recta que no tiene fin bajo un Sol castigador. Y cuando parece que ya llegamos, tenemos que entrar por un extenso Parque Dunar hasta llegar a la inmensa playa y detenernos para plasmar el momento en unas fotografías de recuerdo. Estamos en Matalascañas.
Pero aún no hemos finalizado. El track de los gps nos lleva por el paseo marítimo, a veces algo estrecho, pero con la presencia de una interminable playa a nuestra derecha. Los cuerpos van necesitando unas frías cervezas que, ya nos anticipó Óscar, nos están esperándo.
La urbanización se encuentra junto al Parque Nacional de Doñana. El apartamento es un bajo con jardín que nos viene de maravilla para revisar y guardar las bicicletas, tender las equipaciones del día y dar buena cuenta de las obligadas cervezas frías. Las rutinas diarias.
Pero no todo iba a ser bonito. La cercanía de Doñana provoca que estemos rodeados de voraces mosquitos que nos obligan a tener todo el apartamento cerrado. Bajamos a la playa para encontrar un restaurante donde comer. Casi todo está cerrado. No hay turismo y la temporada veraniega ha terminado. Por suerte encontramos uno abierto. El único.
Es imposible negarse a bajar por la tarde a esta inmensa y fantástica playa en un día tan calurosa como el de hoy. Salvo Antonio que lo cambia por la siesta. El baño es obligado, y las piernas lo agradecen. Aunque Julián y Camuñas prefieren la siesta en la playa.
La cena de hoy serán pizzas a domicilio. Del desayuno se encargó Óscar de tenerlo preparado para mañana. Y así, acaba la penúltima etapa de nuestro viaje. El descanso es muy necesario para afrontar la última y más larga etapa para llegar a la Giralda de Sevilla. Toca dormir con algún que otro picotazo de los agresivos mosquitos de Doñana.
DECÁRGATE EL TRACK
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