Hoy tenemos planteada una etapa corta, 56 km, en principio. Pero no por ser corta vamos a llegar antes. Puede ser una etapa complicada por culpa de los Ferrys que tendremos que coger. Lon embarques significan que existen horarios establecidos a los que tendremos que adaptarnos, más los tiempos de demora, enfriamiento de los cuerpos, el calor que se prevé para hoy y el cambio de hora al regresar a España. Etapa trampa. Aún así, nos tomamos con más calma de lo habitual el arranque del día, empezando por el horario de los despertadores. Hoy suenan a las 07:00 horas y, con mucha parsimonia, empezamos a levantarnos. El primer ferry en Vila Real de San Antonio parte a las 10:30 horas. Muy pronto para llegar a la hora. Como el siguiente sale una hora más tarde, decidimos utilizar ese tiempo para desayunar antes del embarque.
Realmente, cuesta activar los cuerpos y las cabezas, ya van siete etapas y vamos notando el desgaste general. Como disponemos de tiempo suficiente, nos tomamos el aseo con calma, junto con la preparación del equipaje y la última revisión de las bicicletas en el solitario garaje de la Posada.
A las 8 nos ponen el desayuno en la Posada y a las 8:45 horas iniciamos la octava etapa con destino a Islantilla (Lepe). Hoy conduce Camu, le toca por turno y lleva su bicicleta rota, lo que le condiciona no poder pedalear en las dos últimas etapas. Es su primer viaje cicloturista y la tranquilidad del sueño nocturno no le ha acompañado pensando en lo que se está perdiendo. Mal recuerdo se le va a quedar del taller de Madrid donde le prepararon la bicicleta para el viaje.
Hoy las bicicletas deben de saber que la etapa es muy llana, salvo pequeños repechos al inicio del recorrido. Y si añadimos una buena dosis de café, el resultado nos da un ritmo rápido que nos hace alternar caminos por fincas, humedales, salinas y algunos puntos turísticos como Cavanas de Tavira o Monte Gordo. Marcamos un ritmo endiablado que no nos da tiempo ni para fotografías.
Y sin darnos cuenta, entramos en Vila Real de San Antonio. Los relojes nos dicen que si aceleramos un poco podremos coger el ferry de las 10:30 horas. Con un terreno muy llano y un fuerte ritmo, llegamos a las 10:25 al embarcadero del ferry con el tiempo justo para comprar las entradas y embarcar.
Después de muchos kilómetros rodando por caminos o carreteras, la sensación de subirte en un ferry es muy agradable y placentera. Te relajas y disfrutas del paisaje del Río Guadiana, aunque en el lado negativo la musculatura se enfría. El ferry es puntual y dejamos atrás Vila Real de San Antonio para regresar a España y desembarcar en Ayamonte.
Vila Real de San Antonio (Portugal)
Ayamonte (España)
Ayamonte
Al desembarcar en Ayamonte cambiamos la hora y sumamos una con respecto a Portugal, lo que implica tener que desayunar por segunda vez a las 12:00 horas. Pero lo hacemos con buenas noticias. Camuñas ha echo todos los deberes, en cuanto a la logística diaria del que conduce el coche de apoyo. Pero además, ha llevado su maltrecha bicicleta a un taller en Lepe y le han asegurado que el problema tiene solución y que dejándola podrá recogerla arreglada por la tarde. Eso es entrar en España con buen pie. Fantástica noticia.
Al principio del relato comenté que hoy teníamos una etapa trampa por tener que coger dos ferrys, con los problemas que ocasionan en los tiempos del recorrido. El primero le cogimos a las 10:30 en Vila Real de San Antonio y le sumamos una hora por el cambio horario más el tiempo del desayuno. El siguiente ferry será en Isla del Moral para cruzar una parte del Parque Natural de las Marismas de Isla Cristina. Sale cada hora con una capacidad de 12 personas y no admite reservas.
Como no lo tenía muy claro y me generaba bastantes dudas, antes de iniciar el viaje preparé un track con un recorrido alternativo para evitar el último embarque, por si fuera necesario. Al salir de Ayamonte no nos la jugamos, cambié el track original por el alternativo y durante ocho kilómetros pedaleamos por la Vía Verde del Litoral con una pista rectilínea y dentro del Parque Natural de las Marismas de Isla Cristina, disfrutando del paisaje y los humedales.
Nos despedimos de las marismas y entramos en Isla Cristina, núcleo turístico de la costa onubense. La atravesamos por completo y durante siete kilómetros rodamos por la carretera que nos lleva hasta Islantilla (Lepe). Óscar se adelantó un poco y nos trajo la fotografía del nombre de la localidad.
En la puerta de los apartamentos nos espera Camuñas con una sonrisa especial. Todo apunta a que va a llegar a Sevilla dando pedales. Ojalá.
Y las rutinas vuelven como cada día. Unas cervecitas frías, una ducha placentera y el lavado de la ropa. Lo siguiente, un paseo hasta un restaurante junto a la Playa de Islantilla para dar buena cuenta de una buena y merecida comida.
Una excelente corvina
Otras de las rutinas también se cumplen, la compra de la cena y el desayuno en el Mercadona cercano al apartamento. Lo siguiente es dejar constancia de nuestra llegada en la inmensa playa. Una maravilla para los cuerpos cansados, aunque Antonio prefiere recuperarlo con una buena siesta.
Otro baño nos espera en la solitaria piscina del apartamento, lugar idóneo para realizar algunos ejercicios de estiramientos del cuerpo.
Y, por fin, la llamada esperada. La bicicleta de Camuñas ya está arreglada y lista para continuar el viaje. La cara le ha cambiado. Tiene por delante dos días más de pedaleo y llegará a la Giralda de Sevilla dando pedales. Se lo merece.
Cerramos el día cenando en uno de los dos apartamentos que tenemos y nos vamos mentalizando para la larga etapa que nos espera mañana. El descanso es muy merecido, aunque van ocho etapas pedaleando, cada día nos encontramos mejor. Quedan dos días y hay que aprovecharlos.
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