Las melodías de los despertadores se ponen de acuerdo a las 6 de la mañana. La etapa de hoy es algo más larga y tenemos que aprovechar las primeras horas de la mañana.
Cuando a las 7 abren el comedor para el desayuno-buffet, las bicicletas ya están preparadas y esperándonos en la puerta de la Posada, el colchón repuesto a su habitación original y todos vestidos para empezar a pedalear, excepto Óscar. Hoy le toca conducir y encargarse de la logística del final de la etapa. No lo va a tener fácil. El recorrido de hoy acaba en la localidad de Carrapateira, un pequeño pueblo disperso cercano a la costa, sin los servicios que nosotros necesitamos y tendrá que buscar cómo lavar la ropa porque las equipaciones de ayer están sucias. Lo va a tener difícil.
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Por una tranquila y solitaria carretera nos alejamos de este pequeño pueblo, rodando junto a grandes terrenos de cultivos y muchos invernaderos. Conforme se calientan las piernas, el ritmo se va acelerando hasta pasar por Cavaleiro y llegar al Cabo Sardao. Parada obligatoria. Enormes acantilados y profundas calas nos hacen perder tiempo con las fotografías. Estamos pedaleando por un pequeño camino arenoso junto a vertiginosos acantilados. Espectacular.
Seguimos pedaleando junto a los acantilados y disfrutando de tan espectaculares paisajes. Llegamos a la localidad de Zambujeira do Mar, con su imponente playa. Los track nos indican que tenemos que bajar para luego emprender una fuerte rampa con terreno adoquinado. Lo mismo nos ocurre al llegar a la Playa de Carvalhal.
Los paisajes son preciosos, las playas un regalo para la vista, pero las fuertes rampas son demasiado agresivas para las piernas. Sobre todo, para Camuñas que vuelve a tener problemas con su transmisión y tenemos que ir cambiándola de forma manual. Al finalizar la fuerte rampa de salida de la Playa de Carvalhal, nos encontramos con una extensa reserva de animales herbívoros, avestruces, búfalos, cebras, etc.
Cualquier alteración del paisaje nos sirve de entretenimiento, ya bien sean reservas de animales como grandes explotaciones agrícolas o campos de invernaderos. Una llamada de Óscar nos hace parar junto a una finca donde unos curiosos "marranos" salen a saludarnos.
Y así van pasando los kilómetros hasta que un fuerte y rápido descenso nos sitúa junto al Río Seixe, atravesándolo por el puente para entrar en la localidad de Odeceixe.
La hora del segundo desayuno ha llegado y antes de tomar café nos llevamos de recuerdo unas fotografías de unas curiosas figuras echas con tornillos.
La salida de Odeceixe la hacemos por carretera, teniendo que subir un pequeño puerto con las vistas de la playa y la desembocadura del río Seixe al fondo. Hace calor, y cuando coronamos el pequeño puerto, nos quitamos algo de ropa. Hoy vamos a sudar.
A partir de ahora rodamos por tranquilos caminos, pasando junto a un canal de regadío que invita a llevarnos un recuerdo fotográfico.
Y por fin llegamos a los pies de la localidad de Aljezur, parando para tomarnos unas barritas energética en previsión de los metros positivos que dicen los gps que vamos a tener que ascender.
Los gps no mienten. Vamos subiendo por las pequeñas calles de este bonito pueblo. Las piernas se calientan y llegamos cerca de la iglesia. Tenemos que llegar hasta el Castillo, pero el track nos indica que bajemos por una empinada calle que calienta nuestros frenos. El motivo, emprender una imposible y tremenda cuesta por una estrecha callejuela de la localidad. Muy bonita, pero innecesaria al regresar, de nuevo, junto a la iglesia. Y desde ahí, seguir subiendo hasta el castillo. Camuñas y yo decidimos hacerlo andando. La ebike de Antonio sube sola y Julián es una máquina.
El Castillo de Aljezur se encuentra situado sobre una colina, ofreciendo unas bonitas vistas del pueblo y sus alrededores. Se construyó en el siglo X y fue fortaleza militar. Ahora está en ruinas, pero es visitable.
Continuamos la marcha bajo una intensa solana. Demasiado calor. Además, las cuestan no han terminado y continuamos ascendiendo para salir de la carretera y adentrarnos en zonas boscosas.
Nos estamos quedando sin agua y Camu se bebe lo que nos queda. Todavía quedan bastantes kilómetros para finalizar la etapa y estamos muy alejados de la civilización. Y de repente, nos encontramos con un complejo Spa-Resort, al que se accede por caminos arenosos y donde, con un lujo sorprendente, nos permiten cargar agua. Un auténtico regalo. Se trata de complejo Praia do Canal Nature Resort.
Con una buena carga de agua fría y todavía con fuerzas en las piernas, continuamos la marcha rodando por espectaculares trazados, muy propios del mountain bike. Fuertes bajadas, toboganes y preciosos caminos sobre la cornisas de la montañas, junto con rápidos y divertidos tramos por profundos valles. Una paliza y un espectáculo. Aunque no tanto para Camu, puesto que tiene que ir cambiando manualmente con la inestimable ayuda de Antonio que, con su e-bike, tiene capacidad de recuperación al reanudar el pedaleo.
Próximos a concluir la etapa, nos topamos con una triste imagen: pinares devastados y calcinados por los recientes incendios que asolaron esta zona. ¡Qué pena!. Tal es así que, al incorporarnos a la carretera que en 4 kilómetros nos meterá en el pueblo, nos cruzamos con un amplio despliegue de maquinaria que está asfaltando la carretera con el asfalto aún degradado.
Con una buena paliza en los cuerpos, entramos en la pequeña localidad de Carrapateira y finalizamos la etapa junto al alojamiento de hoy, el Hostel do Mar, donde nos espera Óscar con la ropa lavada, la cena comprada y las cervezas frías. Un auténtico lujo porque no lo tenía fácil.
El Hostel es bastante curioso. Por dentro, los espacios están muy comprimidos. Dispone de "maleteros" para guardar las tablas de surf. Las habitaciones son pequeñas y aprovechadas al máximo. Pero para nosotros, nos sobra. Y más si nos acompañan unas buenas y frías cervezas para brindar por la cuarta etapa
Una caliente ducha alivia, en parte, la paliza de hoy. Junto al Hostel hay un buen local, ahora lo llaman gastrobares, donde comer unas excelentes hamburguesas. Poco más hay para elegir. Pero reconozco que estaban deliciosas.
Hoy creo que hemos tenido la etapa más dura de lo que llevamos rodado. Los cuerpos están resentidos y solamente nos apetece descansar. La visita a la playa y los acantilados de esta zona las dejamos para mañana conforme salgamos con las bicicletas. Además, barrunta lluvia y no es día de baño. Aprovechamos para pasear y estirar un poco las piernas. Cerramos el día con una tranquila cena en la terraza del Hostel.
La jornada de descanso conduciendo el coche de apoyo se va echando en falta. ¡Quién me lo iba a decir! Y mañana tenemos otra etapa larga. Pero, por ahora, lo mejor es descansar.
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